"Postrero" se publicó en la antología 201, Ediciones Altazor, Perú, en 2013.
Al desperezarse y estirar el
brazo más allá de la cama, palpó algo blando que se interponía entre él y la
pared. Y distinguió en la penumbra, prácticamente a su lado, a una pareja. ¿Qué
le hacía el tipo a la tipa? ¿La besaba? ¡La mordisqueaba! ¡Le arrancaba carne y
tejidos, masticaba, engullía!
Y ella, feliz, le decía a su
verdugo:
—Hazlo, hijo. Crece.
¡Ahí estaba su historia!
“Cuando llegue la historia, lo sabrás”, le decía siempre su editor. ¡Esa
habitación tenía magia! ¿Por qué había demorado tanto en creerlo?
Se incorporó, llamó al
conserje:
—De la 201 —dijo—. Que nadie
me moleste. Déjenme en la puerta un sándwich y una jarra de té, dos veces al
día.
Buscó a tientas su netbook.
Aquellos dos seguían y
seguían.
Pasó semanas escribiendo y
reescribiendo.
Y aquellos dos seguían y
seguían.
Una tarde, agotado, puso —¡por
fin!— la palabra fin.
Y la escena —su creación,
acaso— seguía ahí.
Restaba entregar el texto. Y
después… la gloria.
Antes de salir, echó un
vistazo: de la mujer solamente quedaban unos huesos.
Pero no abrió la puerta: el caníbal
lo miraba, rogándole.
Él fue hacia el tipo. Y se
oyó decir, desvistiéndose:
—Hazlo, hijo. Crece.
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