Pierre de Coubertin, el barón olímpico










 Ilustrado por Marta Toledo

Los Juegos Olímpicos nacieron en el año 776 a.C. en Olimpia, Grecia, como festivales dedicados a Zeus; que servían para unir la religión a las pruebas deportivas, y la música y certámenes literarios con el fin de honrar a los dioses. Y que se repitieron cada cuatro años hasta el 393 d.C., cuando el emperador romano Teodosio decidió suprimirlos por su carácter pagano.
¿Y después?
Pasados varios siglos, el barón Pierre de Coubertin creó los Juegos Olímpicos de la era moderna, con el mismo espíritu de la antigüedad, pero con carácter internacional.
¿Quién fue Coubertin, el historiador y pedagogo francés que se interesó por los juegos? Nacido en París el 1 de enero de 1863, Pierre de Fredy, Barón de Coubertin, era el menor de los cuatro hijos del pintor Charles de Fredy de Coubertin y Marie-Marcelle Gigault de Crisenoy. El nombre Coubertin se había añadido a su familia en 1566, cuando un antepasado adquirió el señorío de Coubertin, situado cerca de París.
Pierre creció en Normandía, en la finca de Mirville aportada como dote por su madre. Tuvo una educación clásica en el Colegio Jesuita de San Ignacio en París. Luego, pensando en una carrera militar, estudió en la Facultad de Ciencias Políticas. Pero su entusiasmo en este campo duró muy poco. Y se enfocó hacia la educación, que se convertiría en una verdadera pasión.
En 1883, influenciado por Thomas Arnold, se trasladó a Inglaterra para comparar los sistemas educativos británicos y franceses. Tras este viaje, comenzó el trabajo de su vida: la reforma del sistema de educación a través del deporte. Y difundió esta idea por todos los medios disponibles: conferencias, publicaciones, la creación de sociedades deportivas y educativas
A partir de 1890, trabajó activamente en el restablecimiento de los Juegos Olímpicos. En 1892 presentó su proyecto a la Unión Deportiva y Atlética de París. Dos años más tarde, durante un congreso internacional sobre amateurismo, organizado por la Unión Deportiva Francesa, solicitó el respaldo de otros países. Logró interesarlos en el proyecto y se creó el Comité Olímpico Internacional. Para Coubertin representó la consagración de su gran proyecto de reforma de la educación.
En 1895 se casó con Marie Rothan con quien tendría dos hijos, Jacques y Renée.
Y en 1896 se celebraron los primeros juegos de la edad moderna, en Atenas, para reanudar la vieja tradición helénica. A partir de entonces, se fueron repitiendo cada cuatro años en diferentes partes del mundo. Solo se suspendieron las ediciones de 1916, 1940 y 1944 por las Guerras Mundiales.
Coubertin fue candidato al Premio Nobel de la Paz en 1936 y recibió el Premio Virginie Heriot en el mismo año. En 1937 lo nombraron ciudadano de honor de Lausana, sede del Comité Olímpico Internacional desde 1915.
En los p ea  qt﷽﷽jo, amarillo y verde, rúltimos años de su vida, debió enfrentar problemas financieros: había pasado toda su fortuna personal en la financiación de diversos proyectos relacionados con el Olimpismo y la educación. La generosidad de algunos amigos lo ayudó a salir adelante.
Pierre de Coubertin murió el 2 de septiembre de 1937, de ataque cardíaco en el parque La Grange en Ginebra. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de Bois-de-Vaux en Lausana, y su corazón colocado en una estela de mármol que conmemora el renacimiento de los Juegos Olímpicos en Olimpia, Grecia, según su deseo.
Dejó unas 15.000 páginas impresas, principalmente referidas a Olimpismo, deporte y educación, incluyendo la Carta Olímpica. Fue él quien creó la bandera olímpica formada por cinco anillos —azul, negro, rojo, amarillo y verde— sobre un fondo blanco, que simbolizan los cinco continentes unidos por el espíritu del deporte.


Escrito por Claudia Cortalezzi

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