XXXI (poesía), de Marcelo di Marco


La costa se va, más y más, desprotegida.

Ya no son, se están evanesciendo:

raros animales de velada piedra, procelosas

efigies hostiles donde la corriente

bulle todavía, moribunda en la marisma.

Erguidos, óseos promontorios, arrecifes

como huesos corroídos por la niebla,

ominosas clavículas de flecha,

huevos y colmillos y rocosos

cráneos, destrozados, abandonados

en tortuosa profusión

por las orillas.

En tanto, pleno del esplendor de los océanos,

pleno del interno fanal de los abismos,

yo viajo por el mar en tu mirada,

yo viajo con vos por el mar

y en tu mirada canto.

Es como bañarse, despojado,

en toda la claridad

de todas las verdes aguas del mundo.

Así, la costa desmañada

se aleja más y más del horizonte.

Y nosotros, en celebratoria despedida,

vamos juntos, de la mano, hacia el amparo

de la perpetua luz. De la luz sin noche.


Pertenece al libro inédito Carmina Marina.
Marcelo di Marco
Texto en inglés en Ficciones argentinas

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