Juan Manuel Fangio, mito de las pistas






 
Publicado en "Vidas breves", suplemento Cultura, diario Perfil, el 30 de septiembre de 2012.






Levantó su primera copa de campeón, a los 29, en el Gran Premio Internacional del Norte. Ocho años después debutaba en Europa. Firmó su primer contrato profesional con Alfa Romeo a los 39. Y fue Campeón Mundial a los 40.
Apenas siete años más tarde, tras conquistar 5 títulos mundiales en Fórmula 1, con cuatro grandes marcas, se retiró.
Y nació el mito.
Hijo de inmigrantes italianos —padre albañil y madre modista— había nacido en Balcarce, provincia de Buenos Aires, el 24 de Junio de 1911.
Desde muy chico lo fascinaron los motores. Estudiaba y trabajaba: fue aprendiz en una herrería, barría el piso en el taller de Capettini. Cuentan que llegaba temprano, se paraba en la manija de arranque de un Panhard Levassor y lo ponía en marcha; lo volvía a su lugar y limpiaba las huellas.
Pero fue a los trece, cuando entró en el taller mecánico de Miguel Viggiano, un conocido piloto de Balcarce, cuando empezó su aventura. Lavaba piezas, las observaba, aprendía para qué servía cada una. Devoraba cada publicación técnica que llegaba a sus manos. Soñaba con autos de competición.
Y jugaba al fútbol, mientras se perfeccionaba en mecánica. Hasta que Viggiano le preguntó si quería correr una carrera entre General Guido y Coronel Vidal. Él dijo que sí, pero no sabía cómo lo tomaría su familia. Viggiano decidió entonces que fuera como acompañante de Manuel Ayerza, un piloto con más experiencia. El Chevrolet que usaron, con frenos en las cuatro ruedas, los obligó a detenerse para desconectar los frenos delanteros. Llegaron segundos.
Tenía 16, cuando una enfermedad pulmonar —que amenazaba con convertirse en tuberculosis— lo forzó a permanecer en cama durante casi un año. La compañía de su madre lo ayudó a salir adelante. Pero no era tiempo aún de volver a sus amados “fierros”: el Servicio Militar lo esperaba.
De vuelta en casa, con ayuda de amigos y su padre —que le cedió parte de un terreno—, construyó un galpón que más tarde sería su propio taller. Después lo mudaría al Boulevard del Valle.
Ya se respiraban aires de campeón cuando en 1936 su amigo y copiloto Gilberto “Pichón” Bianculli consiguió un Ford A, el taxi de su padre. Partieron, con toda la barra de amigos, hacia el circuito de tierra de Benito Juárez. La competencia venía bárbara y, a dos vueltas del final, cuando iban terceros, fundieron una biela.
Pero llegó el triunfo: en el Turismo Carretera en el Gran Premio Internacional del Norte Buenos Aires-Lima-Buenos Aires, tras 9.445 Km. de recorrido. Fue en 1940, él tenía 29 años y lo acompañaba H. Tieri. Solo 32 de los 92 autos completaron la carrera. A su Chevrolet 1940, lo había ganado en una rifa.
Esa competencia fue el inicio del duelo con Oscar Gálvez en el TC. Chevrolet vs. Ford ó Fangio vs. Gálvez. Esa es otra historia.
Siguieron los podios en Argentina y América del Sur. Debutó en Europa, invitado por Amadeo Gordini para competir con un Simca Gordini en Reims, en 1948.
En 1950, ganó el Gran Premio de Pau con Maserati. Y, una semana después, otro triunfo en el Gran Premio de San Remo, con Alfa Romeo. Firmó contrato con el equipo Alfa Romeo y corrió el Primer Gran Premio de F1, en Silverstone.
Su amor por los autos lo llevó a pilotear Chevrolet, Plymouth, Ford (¿se acuerdan del Ford T “la Negrita”?), Buick 8, Maserati, Alfa Romeo y un Mercedes Benz, "Flecha de Plata".
Obtuvo el título de Fórmula 1 en los años 1951, 1954, 1955, 1956 y 1957.
El Presidente Perón le entregó una medalla "Al caballero del deporte" en el balcón de la Casa Rosada. Recibió el Primer Olimpia de la Argentina. Louis Chirón le entregó el trofeo "Al más grande campeón de todas la épocas”. Se filmaron dos películas con su historia: Fangio, demonio de las pistas, argentina y Fangio, inglesa.
Falleció en 1995, rodeado de afectos.
Es considerado mundialmente como uno de los grandes pilotos de la historia.


Escrito por Claudia Cortalezzi

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